sábado, 8 de junio de 2013

Crítica Resacon 3

Si tuvo éxito 'Resacón en Las Vegas' probablemente fue por su falta absoluta de complejos. Su guión no escatimaba bromas políticamente incorrectas que trabajaban la carcajada del espectador como si de una fina partitura se tratara. El hecho de mezclar cómicos en estado de gracia como Edd Helms y, especialmente, Zach Galifianakis, con teóricos galanes como Bradley Cooper y Justin Bartha y colocarlos en situaciones imposibles, tocó en parte ese espíritu de retorno a las gamberradas de juventud que sentimos los hombres en cada despedida de soltero (y que tuvo su respuesta femenina con 'La Boda de mi mejor amiga', con la que comparte a Melissa McCarthy en este broche final.)

La segunda parte en Tailandia, aunque acusó algo de desgaste, mantuvo ese espíritu que da vida a la saga. Pero el cierre de la trilogía es como una de esas fiestas que, cercana el alba, se agotan.

Bien es cierto que Galifianakis nos ofrece los mejores momentos de la cinta con ese personaje -que es el mismo con escasas variantes en todas sus películas- que tan bien controla y que aprovecha mecanismos del humor que nuestro Santiago Segura conoce a la perfección. También hay aislados golpes de humor que sí logran su propósito. 

Pero no es suficiente para animar una trama que resulta ser Free-Alcohol para derivar en una versión sin pies ni cabeza de Ocean's Eleven, circunstancia que oculta una trama endeble que pivota excesivamente en el personaje de Ken Jeong, Mr. Chow, un registro que, al igual si se me permite la comparación, que el Scratch de Ice Age, tiene gracia precisamente por su brevedad. 

Una lástima este cierre tan desinflado, en el que incluso se permiten sustituir las hilarantes fotografías durante los créditos por una escena final que hace más sangrante aún el conjunto, al mostrar precisamente la que tendría que haber sido el punto de partida de esta tercera parte si es que Todd Philips quería mantener el espíritu de la manada hasta el final.



Nota 5

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