sábado, 8 de junio de 2013

Crítica de Fin

Los mitos están para romperlos, o eso dicen. Uno de los más extendidos es aquel que habla de las adaptaciones de obras literarias al cine y la supuesta inferioridad congénita de las creaciones de celuloide sobre sus supuestamente superiores ascendentes impresos.

Es cierto que esa circunstancia se percibe en muchos casos cuando se comparan experiencias diferentes como las que significan leer una novela y ver una película, especialmente cuando la novela ha sido previa y en nuestra cabeza ya se ha formado la visión de la historia. Al igual que en cada aficionado al futbol hay un seleccionador, en cada espectador, de forma íntima, hay un director de cine. Por eso el realizador siempre jugará con desventaja ante el inamovible juicio del antiguo lector que ha visto como alguien, sin avisar, ha borrado de un plumazo las imágenes que se habían formado en su cabeza y las ha sustituido por otras extrañas sin permiso.

Solo cuando el material de partida nos deja apáticos o despreocupados con lo que se nos cuenta cabe la oportunidad para el realizador de tomar el material y mejorarlo sin que nos importe esa nueva visión. Al contrario, se agradece que Jorge Torregrosa tome una buena idea mal desarrollada sobre el papel y la dote de un cierto romanticismo que la mejora.

Ese romanticismo que no quiere morir entre la amargura existencial que podría haber ahogado la cinta se cuela por las cuidadas tomas y por una estupenda fotografía creando una película bastante disfrutable, en la que se retrata con acierto la relación entre los personajes apoyándose en la buena labor del reparto, con mención especial a una Maribel Verdú en su línea habitual y a un primerizo Andrés Velencoso que, si mejora su dicción, será un actor a tener en cuenta.




Nota 6

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