sábado, 8 de junio de 2013

Crítica de Moonrise Kingdom

No es Anderson un director fácil a primera vista. Demuestra una admirable coherencia con una forma de ver la vida y el arte que hay que arrojarse a compartir. Esa coherencia se extiende por costumbres como una gran fidelidad a sus colaboradores: Desde los actores que vemos desfilar en casi todas sus propuestas como Bill Murray o Jason Schawartzman, o su acostumbrada colaboración con su director de fotografía habitual Robert Yeoman, Anderson sabe rodearse sin duda por talentos que comparten su visión de las cosas.

Una visión brillante como la paleta de los colores que bañan la pantalla. Sencilla como la composición de sus planos, con unos encuadres que buscan en todo momento la simetría y una puesta en escena pulcra y colorista. Son tan llamativos los ropajes con los que el realizador viste sus propuestas, que corremos el riesgo de olvidar la exquisita sensibilidad de lo que nos cuenta.

En 'Moonrise Kingdom' se nos muestra con toda ternura el amor incondicional entre dos jóvenes, Sam y Suzy, (estupendos Kata Hayward y Jared Gilman) que ante la incomprensión de los que les rodean, deciden abandonar sus ataduras y embarcarse en un viaje en el que el único objetivo real es la compañía mutua que alivie su soledad.

Wes Anderson configura un cuento infantil en el que los protagonistas son acechados por un lobo y un cazador no personificados esta vez en seres concretos, sino en facciones de adultos y niños que, en cada caso, ven en ellos una amenaza, un problema, o, quizás, una esperanza de redención. Los propios niños, además de estar embarcados en una aventura vital propia, son también catalizadores de cambios en las vidas de los demás. Y la forma en que eso se narra hace que esos pequeños fugitivos también remuevan algo dentro de nosotros.

Wes Anderson demuestra ser un excelente director de actores, y los intérpretes que se ponen en sus manos forman una extraordinaria sintonía en la que actores tan dispares como los citados, o como Bruce Willis en un sorprendente papel, o como un Edward Norton que sabe desarrollar una buena bis cómica con toques tan patéticos como heroicos, componen un elenco sin fisuras.

Una extraordinaria película en la que debemos sumergirnos en sus maravillosas pero extrañas imágenes, pero sin olvidar que Wes Anderson es como uno de esos cómicos que intentan transmitirnos sus ideas más profundas y conmovedoras con el mensaje en clave de un humor extravagante, simplemente porque es lo que esperamos de ellos.



Nota 8

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