sábado, 8 de junio de 2013

Crítica Argo


Entre la década de los sesenta, la de la libertad y creatividad, y la nostalgia de los ochenta de la juventud de muchos, parece estar algo aislada esa imprescindible década de los setenta. Esa década desenfadada y sin complejos fue fuente de magníficas películas y extraordinarios realizadores: Sidney Pollack, Alan J. Pakula... La vocación setentera del relato queda clara desde su introducción, desde el mismo logo de la Warner bañado de pasado que abre la historia. Una historia que también se hermana a través de los acordes de guitarra de Mark Knopfler con aquella 'cortina de humo' que reflejaba con menor acierto el poder de Hollywood sobre la esfera real. La fábrica de sueños, tan distante de la realidad como refleja el mágnífico montaje paralelo de una de las mejores secuencias de la película, y sin embargo tan entroncado en nuestras consciencias como para cambiar la percepción de esa misma realidad.

Todo eso se refleja en el relato de 'Argo' con magnífico pulso y dominio del suspense, en el que no sobresalta siquiera su lapso Hollywoodiense en el más puro estilo 'Entourage'. Ben Affleck parece tener un mejor dominio del montaje al servicio del suspense que de sus capacidades para crear una alta gama de emociones a través de su peludo rostro caracterizado como un Tony J.Mendez mucho más alejado de la realidad que el del resto de su televisivo -con el regalo añadido de Alan Arkin y John Goodman- y efectivo reparto. Recurrir a otros actores para protagonizar películas propias también es otra opción.




Nota 8

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