jueves, 23 de mayo de 2013

Crítica Amor


Si hubiera que calificar 'Amor' por la sensibilidad y respeto con la que Haneke aborda la relación entre la pareja protagonista, no vacilaría en calificarla como una obra maestra. Haneke deja su cámara, estática en muchas ocasiones, en el hogar de unos ancianos que han pasado toda su vida en común. Comparten experiencias, comparten una hija, comparten gustos y una rutina. Hasta que, de pronto, sin previo aviso como suele suceder, se pone a prueba para uno de ellos aquella promesa de 'En la salud y en la enfermedad'.

A partir de ahí todo será una espiral en la que Georges, el marido, pondrá toda su fuerza vital al servicio de su amada Anne. Y llevará el conflicto que supone el cuidado de su esposa a ese lugar compartido que convierte en un campo de batalla en el que el único ejército es su capacidad de aguante ante una situación que sabe que no va a mejorar. Las interpretaciones de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva son soberbias, con una química que sostiene a toda la película. Aunque ambos actores se fueron de vacío en Cannes, ahora Riva goza de una nueva oportunidad en una gala de los Oscar que coincide con su 86 cumpleaños.

'Amor' se convierte así en una desarmante reivindicación de un sentimiento cuya fortaleza no es comprendida por aquellos que no la viven. El personaje de la hija de ambos, interpretado por Isabelle Huppert, representa precisamente esa incomprensión, esa falta de empatía y visión casi científica del dramático problema que tiene el que tan solo roza con los dedos la tragedia en visitas ocasionales. El personaje de Eva es aquel hijo que mira la situación con una perspectiva que, edificada desde la distancia y la vida propia cimentada, no puede concebir ni compartir lo inabarcable del amor conyugal. Todo eso Haneke lo explica perfectamente, aunque quizás con un subrayado demasiado grueso.

Tan contundente golpe a la conciencia encuentra el problema de que la cinta es demasiado contemplativa y cae en un lento desarrollo, evitable con una mayor concisión que Haneke hubiera podido desplegar sin perjudicar el mensaje. Quizás esa cadencia es parte de la experiencia, de transmitir lo agotador de la circunstancia vital. Pero es excesiva.


Nota 8

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